Al caminar por la calle Decatur, un poco decepcionadas porque el Mercado Francés cierra temprano (a las seis), mi compañera de viaje y yo encontramos un lugar muy chistoso: Pepper Palace (1 French Market Place), un bar de salsas picantes. 

Desde luego, la curiosidad nos ganó y entramos a ver de qué se trataba. Encontramos una larga barra con salsas que iban de la calificación dos (poco picantes) al 10 (muy, muy picantes) y una salsa especial llamada “The End”, calificada en esta escala de picor con más de 20 puntos, y para la que había que firmar una carta deslindando de responsabilidades al establecimiento por cualquier problema de salud que ésta causara, antes de comprarla.

El chico que atendía el bar era un colombiano muy platicador y simpático. Inmediatamente, mi compañera le preguntó cuál era su experiencia con los turistas mexicanos.

El chico le respondió: “los mexicanos son muy divertidos, llegan muy seguros de sí mismos, queriendo probar las salsas de 10 puntos, pero salen llorando, echando fuego por la boca  y pidiendo agua desesperadamente”.

Éste es justo el asunto con Nueva Orleans, la ciudad al sur del estado de Lousiana: que no es lo que te imaginas. Yo llegué  esperando ver a una banda vestida de uniformes rojos y dorados marchando por las calles al ritmo de “When the Saints Go marching In”, y sí, aunque “NOLA” —como le dicen los locales (abreviatura de New Orleans)— es un lugar lleno de música, y ésta es una escena que fácilmente podría ocurrir,  hay mucho más.

El French Quarter o Barrio Francés

Muchos de los hoteles del Barrio Francés son de antaño, pero definitivamente tienen un encanto especial: el servicio no desmerece, las habitaciones no decepcionan y vale toda la pena hospedarse en esta zona animadísima y curiosa.

Por lo menos es el caso del Bourbon Orleans Hotel (en el 717 de Orleans Street), donde nos hospedamos, y de otros como el Roosevelt New Orleans (en el 130 de Roosevelt Way), de la cadena Waldorf Astoria.

Se ofrecen  gran variedad de tours  históricos guiados: a pie, de fantasmas,  para niños, gastronómicos, de mixología… Pero recorrer la ciudad  por cuenta propia es una delicia y es difícil perderse. 

Por cierto, una peculiaridad de Nueva Orleans son los bonitos letreros con los nombres de las calles sobre las banquetas en las esquinas. 

El barrio también está lleno de galerías de arte, tiendas de antigüedades, de souvenirs y de vudú, boutiques de prendas vintage y bellos edificios históricos con mucho ‘flair’. 

Si la nostalgia es lo tuyo, definitivamente Nueva Orleans te encantará, pues recorriendo el French Quarter, a veces parece que estás yendo hacia atrás en el tiempo, toda la zona es un viaje al pasado.

Lo ideal es empezar por Royal Street. Esta calle, repleta de cosas interesantes, cruza St. Anne Street; caminando sobre ésta, en el sentido del tráfico, llegarás a Jackson Square, donde se ubica la catedral de St. Louis, uno de los edificios más emblemáticos.

Pues Nueva Orleans es una de las pocas ciudades estadounidenses que cuentan con  una gran población católica.

Incluso encuentras una capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe en North Rampart Street.

De ahí que el carnaval o Mardi Gras, que se lleva a cabo cada año antes de la cuaresma, sea su celebración más importante.

En Jackson Square, a los lados de la catedral, están el Cabildo y el Presbytère, dos de los museos más importantes de NOLA, y al frente, el siempre cambiante espectáculo de los artistas callejeros, que en realidad están por todas partes.

Otras calles que no puedes dejar de recorrer en la zona son la famosa Bourbon Street, donde los clubes de jazz están puerta con puerta (aunque, hay que decirlo, aquí las cosas se ponen un poco rudas), así que si te encanta la fiesta, éste es tu lugar.

Esplanade es una avenida muy comercial y con muchos restaurantes; Decatur, donde puedes encontrar el Mercado Francés (French Market o Shops of the Colonnade), un ‘tianguis’ con souvenirs, buen shopping y muchas cosas ricas de comer; las pintorescas Chartres y Dauphine Street; y North Peters Street, que bordea el río Misisipi.

¡A comer y beber!

Desafortunadamente, uno los aspectos menos conocidos de Nueva Orleans es su impresionante escena gastronómica y también de mixología. 

Si eres de las personas que consideran que un elemento primordial de un buen viaje es disfrutar de una cocina excepcional, estarás en el paraíso. 

Mucho más allá de la comida criolla y cajún y sus platos más emblemáticos, como el gumbo (un guiso caldoso con base en caldo de res, harina y una combinación de especias cajún, que muchas veces se acompaña de mariscos frescos) y la jambalaya (imagina una paella de mariscos con otro tipo de especias)

En Nueva Orleans encontrarás productos del mar excepcionales: ostras, crawfish (cangrejos de río) y camarones cocinados de todas las formas posibles; delicias como el praliné, un dulce cremoso con nueces que venden en todos lados para traer a casa.

Postres de antología, como las Banana Foster de Brennan’s  (plátanos flameados con ron, servidos con nueces y helado de vainilla) o un espectacular Baked Alaska (pastel y helado cubiertos de merengue).

Algunas de las experiencias culinarias y de mixología que hay que buscar  en la ciudad, antes que nada, son las siguientes: desayunar, en el Café du Monde (800 Decatur Street, justo donde inicia el French Market), los famosos y deliciosos beignets —panecillos tipo dona  con de azúcar glass— acompañados con un café estilo Nueva Orleans, con achicoria; probar los po’boys, sándwiches tipo sub  rellenos de carne, camarones u otras cosas, y las muffulettas, otro tipo de sándwiches en pan italiano; e ir a algún buen restaurante de pescados y mariscos, como Peche  (800 Magazine Street) o el maravilloso brunch de Brennan’s (417 Royal Street) donde absolutamente todo es delicioso.

En cuanto a cócteles, tienes que probar el Pimm’s Cup de Napoleon House (500 Chartres Street), un cóctel elaborado con Pimm’s No. 1, limonada, Seven Up y pepino.

Y,  en el bar del mismo nombre, dentro del Hotel Roosevelt, el Sazerac, cóctel emblema de la ciudad, fuerte y con un gusto amargo. 

La mixología de Nueva Orleans tiene muy buena reputación, así que no dudes en pedir cócteles exóticos cada vez que puedas.

No te vas a arrepentir.

Música, Shopping y más Nueva Orleans ofrece mucho más que jazz, pero escucharlo en vivo es algo que definitivamente tienes que hacer.

Aunque no seas fan, como es mi caso, ten por seguro que lo disfrutarás.

Te recomiendo que la primera noche  vayas por lo más tradicional. Hay un lugar en el 726 de Saint Peter Street, en el French Quarter, llamado Preservation Hall, que ofrece  espectáculos nocturnos en un escenario muy sencillo. 

Su objetivo, como su nombre lo dice, es preservar la cultura del jazz y ofrecer un espacio  a músicos de la tercera edad que ya no encuentran trabajo en los demás sitios de la ciudad, pero que siguen conservando sus habilidades musicales. 

Algo muy chistoso en el Preservation Hall es su letrero colgado en el escenario: “20 dólares extra por tocar ‘The Saints’”.

Seguramente se las piden todas las noches. Siempre vas a encontrar fila, pero se mueve bastante rápido y, al final, todos logran entrar.

Bourbon Street, en el mismo barrio, ofrece multitud de bares para escuchar jazz, pero los habitantes de la ciudad aseguran que los sitios para disfrutar el género auténtico y verdadero, están en Frenchmen Street, una bulliciosa y corta calle. Ya que estés ahí, deja que tus oídos te guíen al mejor lugar.

Si no concibes pasar unos días  en Estados Unidos sin ir de compras, una sorpresa te espera en el Riverwalk, al final de Canal Street.

El día que vayas ahí, a subirte a uno de los barcos de vapor, al estilo de Huckleberry Finn, que hacen paseos por el Misisipi, debes saber que muy cerca de la salida del muelle, unos metros más adelante, hay un pequeño centro comercial de ¡outlets!.

Pero si lo tuyo son las prendas y accesorios  divertidos y diferentes, tienes que visitar las boutiques de Magazine Street, una calle cuyos establecimientos tienen un aire entre vintage, hippie y hípster, una combinación irresistible.

Uno de los sitios imperdibles para visitar, sobre todo si vas con la familia, es el Museo de la Segunda Guerra Mundial; es enorme, con una espectacular museografía y en constante expansión. Algunos de los guías son veteranos, lo que le añade interés al asunto.

El museo es casi nuevo y aún no tiene la reputación que merece, pero seguramente se convertirá en uno de los principales atractivos de la ciudad en poco tiempo. 

El  Mardi Gras World:

En lugar muy divertido donde puedes ver cómo se construyen y decoran los carros alegóricos, y   vivir un poco  la experiencia del carnaval, si es que no vienes en esta temporada.

En enero y febrero ya hay desfiles y otros festejos, pero el momento más álgido es  el Mardi Gras (Martes Gordo),  el  5 de marzo. 

Como sea, NOLA  siempre parece estar en “modo fiesta”.

GUÍA DEL VIAJERO

Mardi Gras Durante la temporada de Mardi Gras, las tarifas de hospedaje se elevan  25% en promedio y la mayoría de los hoteles piden estancias mínimas de cuatro  o cinco noches.

Dónde dormir

Rango alto: Domio Barone Street Rango medio: Bourbon Orleans Hotel 

Rango económico: Holiday Inn Express New Orleans  

Cómo llegar

Vía Houston, con United, o Dallas/Ft.Worth, con American Airlines.

Estancia

La estancia recomendada es de cuatro a cinco días.

Qué más hacer 

Aparta unos días para recorrer las plantaciones, los bayou o las majestuosas casas del Garden District.  

El Universal

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