Los Estados miembros de la Unión Europea (UE) alcanzaron este viernes un acuerdo sobre la Directiva de Gas que permitirá adoptar nuevas normas sobre el transporte de ese hidrocarburo sin afectar al gasoducto Nord Stream 2, que conecta Rusia a Alemania a través del mar Báltico.

“Los Estados miembros han alcanzado hoy un acuerdo general sobre la propuesta de enmienda a la Directiva de gas presentada por la Comisión Europea (CE) en 2017”.

Señaló a Efe una fuente europea, información que confirmaron también fuentes diplomáticas y el Consejo en un comunicado.

Bruselas quería aplicar la normativa europea sobre energía a los gasoductos con terceros países, punto al que se oponía Berlín porque afectaría al Nord Stream 2.

Un conducto de 1.200 kilómetros de longitud en construcción que permitirá a Rusia enviar gas a Europa a través de Alemania sin pasar por Ucrania.

El Nord Stream 2 despierta inquietudes en otros países de la UE al considerar que incrementa la dependencia energética de la Unión Europea respecto a Moscú.

Finalmente, tras llegar a un acuerdo con Francia este jueves, Alemania ha conseguido el respaldo casi unánime (27 países a favor, entre ellos España, y una abstención) del resto de socios de la UE de forma que Berlín pilotará las negociaciones sobre el Nord Stream 2.

La enmienda en cuestión estipula que “el país por cuyas aguas territoriales entre el gasoducto tenga el control de la línea”, es decir, Alemania en el caso del Nord Stream 2, señalaron a Efe fuentes diplomáticas.

indicó el Consejo en un comunicado.

“El objetivo general de la enmienda (…) es garantizar que las reglas que gobiernan el mercado interno de gas de la UE se apliquen a los gasoductos entre un Estado miembro y un tercer país, hasta la frontera del territorio del Estado miembro y el mar territorial”.

No obstante, se trata de la posición de las capitales, que tendrán que llegar a un acuerdo sobre la revisión de la Directiva aprobada en 2009 con la Comisión Europea y el Parlamento Europeo en negociaciones que se iniciarán la semana próxima semana.

En abril de 2018:

El Parlamento Europeo fijó su posición en línea con la Comisión Europea y el pasado 12 de diciembre aprobó una resolución en la que pedía que se parase la construcción de esa infraestructura energética que operará la multinacional rusa Gazprom al considerarlo.

“Un proyecto político que supone una amenaza para la seguridad energética europea”.

En junio de 2017

La Comisión Europea criticó el proyecto porque “no contribuye a alcanzar los objetivos de la Unión de la Energía” pero pidió que, en caso de construirse, se vigile que “se explote de manera transparente y desde el respecto a las reglas de la UE relativas al mercado de la energía”.

El gasoducto, en cuya construcción participan las firmas alemanas BASF-Wintershall y Uniper, la francesa Engie y la británico-holandesa Royal Dutch Shell y la austríaca OMV, tendrá capacidad para transportar anualmente 55.000 millones de metros cúbicos de gas (Bcm, por sus siglas en inglés) durante al menos 50 años, es decir, el doble de gas ruso que actualmente llega a la UE.

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Estados Unidos también se opone firmemente a ese gasoducto pues considera que Moscú utiliza la energía como “arma” y “fuente de presión” en su política exterior y, en concreto, para “desestabilizar a Europa”.

EFE

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