A finales de 2014, Arlen y Héctor (una pareja de antropólogos), ganaron un proyecto de capacidades productivas. A través del CDI, que ahora es el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI).
Ese proyecto les permitió entrar en contacto con pequeñas empresas rurales de Othón P. Blanco como Selva Viva 3G (productores de ramón), apicultores de Lázaro Cárdenas y Miguel Hidalgo. Así como a personas de la comunidad de Buena Fe que tenían una huma de Tepezcuintle y se dedicaban a vender carne silvestre.
La mayoría de esas pequeñas empresas estaban impulsadas por mujeres. Al entrar en contacto con ellas, despertaron el interés de colaborar con ellas y abrir un espacio en donde se comercializaran sus productos.
“Queríamos ofertar y vender sus productos, café de ramón, miel y carne silvestre”, comentó Héctor Marin Poot.
En 2016 ganaron en un concurso llamado “Cocina tradicional indígena en el sur de Quintana Roo”, convocado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).
El proyecto mencionado anteriormente, les permitió realizar un inventario y una descripción detallada de la cocina maya de cuatro comunidades del municipio de Bacalar.
“Empezamos el proyecto de” Cocineras tradicionales” y llevamos personas para que aprendieran a cocinar. La espina continuaba, aún queríamos tener ese lugar donde pudieramos vender los productos de esas mujeres”, agregó.
Del campo a la cafetería
Su intención principal era ofrecer un espacio que sirviera como vitrina para los productos de los distintos microempresarios locales. Y rescatar los procesos tradicionales e históricos de la cocina mexicana.





“Empezamos a trabajar en la creación de un espacio que pudiese vincular a los productores locales con la historia de la cocina mexicana. De ahí, el proyecto comenzó a materializarse”, apuntó.
El 31 de octubre de 2017, a dos años de reflexionar la idea, abrieron el negocio.
Con esfuerzo, dedicación y mucho amor, comenzaron a trabajar con cuatro mesas. Desde el principio tuvieron el reto añadido de tener trabajadores, iniciaron con tres empleados.
“Descociendo el giro del café tuvimos que viajara a la CdMx, a tomar unos cursos en la Escuela Nacional de Café. Empezamos desde cero, con el temor de agarrar la máquinas, sacar un expreso, un latte”, comentó.
Después de la capacitación, incluyeron en su menú los productos derivados del ramón, como el café, té, la horchata, harina.
Además, innovaron al preparar el frappé de ramón.
De esa manera comenzaron a cumplir uno de sus objetivos, introducir y dar a conocer este tipo de productos.
El ramón lo compran a la cooperativa Meyaj Oox de la comunidad de Pantera.
Se dieron a la tarea de identificar a productores de café orgánico. Aunque era más fácil y económico comprar con intermediarios, significaría contradecir el objetivo de su proyecto.
Sus productos principales son el chocolate y el café, ambos originados en procesos orgánicos y comprados directamente al productor.
“Contactamos a una Sociedad Cooperativa de Ocosingo Chiapas, y a ellos les compramos directamente, nos vende café tostado o verde. En este ir y venir conocimos a productores de Cacao de la Hacienda María de Jesús en Tabasco”, agregó.
Tiempo después, ampliaron la zona del jardín. Rehabilitaron el patio, pintaron, colocaron plantas de ornato y a través de un intercambio consiguieron el mobiliario.
“Cambié mi carro por las mesas y las sillas. Un amigo había cerrado su restaurante en Valladolid y necesitaba un vehículo. Teníamos que optimizar el recurso, así que en gran medida nosotros mismos pusimos la mano de obra”, comentó.
El sueño hecho realidad

“El café de olla es una mezcla de café con piloncillo, clavo, azúcar y canela. Es el café que inventó México. Los revolucionarios tomaban café de olla, con eso se hidrataban”, apuntó.
Con esfuerzo y aprendizaje han logrado cumplir su primer año. Poco a poco han estado creciendo, entre sus eventos destacados están las catas de atole. Quieren ser una cafetería que enaltezca la comida mexicana, romper con el estereotipo de que “lo gourmet es lo extranjero”.
Gran parte de su menú se sirve en barro, algunos de los alimentos que puedes encontrar en este espacio son:
- Café de olla
- Crepas
- Café de ramón
- Baguettes
- Café frío y frappé
- Sweet bon
- Esquicito
- Atole de jamaica, guayaba, tamarindo
Su menú es muy amplio. En sus proyectos futuros contemplan presentar “Sor Juana en la cocina”.
Si vives o vienes de visita a Chetumal, no olvides ir a Cafecito de Olla, se encuentra ubicado en Av. Independencia 404 entre Juan José Siordia y Anastasio Guzmán.
Disfrutarás de un ambiente cálido y agradable y ahora ya sabes que gran parte de los alimentos que saborees ahí, han sido adquiridos con productores locales en un proceso de comercio responsable.